En medio de una mañana rutinaria, un pequeño accidente doméstico casi desata una tormenta familiar. El taquete que sostenía la estufa se salió de lugar, un golpe accidental de una adolescente hizo que la estufa se inclinara, provocando que una olla de agua hirviendo cayera, quemando a la señora de la casa. Dolida y molesta, ella le reclamó a su esposo por no haber asegurado bien la estufa.
El esposo, sintiendo una mezcla de frustración y culpa, estuvo a punto de responder impulsivamente. Sin embargo, decidió hacer una pausa y llamar a su mentora, quien formaba parte de su equipo de desarrollo personal, llamado “ángeles” por el apoyo que brindaban. Su mentora le preguntó quién tenía que ser en ese momento para resolver el problema, recordándole que no debía tomar el reclamo de su esposa como algo personal y que debía actuar con calma.
Con una nueva perspectiva y aún sintiendo la presión interna, regresó a casa determinado a manejar la situación sin dejar que el conflicto escalara. Así, este momento de autocontrol y apoyo externo ayudó a que el incidente terminara sin mayores complicaciones.
Esta historia nos invita a reflexionar sobre el poder de mantener la calma y el valor de contar con alguien que nos recuerde quién queremos ser en momentos de tensión. ¿Alguna vez te has encontrado en una situación similar? ¿Cómo manejaste ese momento? Tu experiencia podría ser una gran inspiración para otro